seremos dos despistados que se confunden al pasar de largo por esa vía que después nos conduce de nuevo a casa y no sabemos dónde iremos a parar cuando tengamos las paredes cubiertas de helada y las montañas se parezcan tanto a esas que dibujamos cuando vos venís corriendo donde yo estaba con esa remera que te aprieta la espalda y te rasca el cuello.
éramos hermanos de la vida y no de la muerte, teníamos pedazos de techos rotos y escarbadientes, sabíamos decirnos pero, mas no era solo nuestro, solíamos abrazar la vida sin carnavales ni huidas, éramos prófugos de los peldaños de acero, porque nos torturaba vernos desamparados cuando soñábamos eso mismo, ese mismo anhelo.
ese sueño que aterrizará dónde no queremos llegar. Porque no estamos de acuerdo con lo que queremos ser cada vez que nos vemos cruzar la calle de la mano y despacio. Nada nos advierte que no seamos otra cosa, nada nos dice que tengamos puesta la ropa, desnudemos el balcón con caracoles y almidón. Iremos a dormir en camas separadas pero soñaremos lo mismo al llegar el alba y bostezar ronquidos.