Siempre que me hablan de amor, es inevitable, pido perdón, me acuerdo de vos. No me es posible desviarte de mi cabeza en cada tema de conversación que invoque el amor. Esas cuatro letras que te determinan en mi frente, como si estuviera ya escrito, lo llevo, me lo tatúo en el cuerpo con tinta china y pinceles desafilados. Perdón. Algún día lograré pronunciar esa palabra sin tenerte sentado al lado mío como un niño colgado de mi pollera pidiéndome un pedacito de cielo. Arrojo por las veredas tu nombre apoyado en mis caderas para que no tengas que prenderte al ascensor y subir conmigo y hasta dormir en el mismo colchón. Logro, eso sí o lo intento al menos, que te pierdas en el mismo instante que se pierde esa palabra, que te retires de mi mente con la a con la r con la m con la o, sin orden si quiera,o tal vez si, pero logro que tu estadía en mi mente sea tan fugaz, casi apenas, pero un instante, por un instante disfruto tenerte bien cerca.