Tan terrible parece ser la humedad que arroja tu cuerpo al irse despacio desapareciendo entre los jazmines que decoraban la mesa donde nos aguardaba una cena apetitosa sin vino y sin cebolla.
Cuesta creer que has arrojado tantas semillas en la tierra ni siquiera fértil que olvidé detrás de la puerta que aún no cerré… ibas a venir algún día, yo te esperaba por las dudas pero descociste relojes que no conocí y el tiempo determinante no supo arropar mis pies…